TRATAMIENTOS

Migraña

Tal vez te han dicho que la migraña es para toda la vida, que tienes que aprender a vivir con ella, que es genético, que debes embarcarte en una interminable búsqueda de “desencadenantes” y evitarlos, que tienes las arterias inflamadas… Esto no es cierto. PUEDES VIVIR SIN MIGRAÑA.

FISIOTERAPIA PARA LAS MIGRAÑAS

Reconceptualizando la migraña

Las cosas que aquí te voy a contar te pueden resultar en un inicio algo ajenas, pero ten la seguridad que tienen la más absoluta coherencia biológica, además de respaldo científico otorgado por ensayos clínicos como te mostraré más adelante.

En primer lugar, debes entender que tener síntomas no quiere decir que tengas una enfermedad, patología, lesión o daño alguno en tus tejidos. Si ya estás empezando a pensar que te voy a decir que todo está en tu cabeza, no me refiero a eso.

Cojamos el síntoma “dolor de cabeza”. El dolor, es como una alarma, un sistema de protección que se activa ante una evaluación de peligro para la integridad de nuestros tejidos. Esta evaluación de peligro es realizada por nuestra red neuronal en base a la información que nuestro cerebro maneja. El problema, es que no toda la información que nuestro cerebro integra como “verdadera”, realmente lo es.

El cerebro procesa constantemente información aunque no seamos conscientes de ello, y no siempre “buena información”, lo que le puede llevar a cometer errores en la evaluación de amenaza. Veámoslo con un ejemplo.

El ruido da dolor de cabeza

“El ruido da dolor de cabeza”. Esta es una creencia muy extendida, vamos a analizarla. El ruido es una perturbación vibratoria del medio (aire) que el sistema auditivo capta. La red neuronal codifica ese estímulo mecánico (vibración) en impulsos eléctricos (información) que viajan hasta el cerebro. Este evalúa esa información y genera en nuestra conciencia la percepción de sonidos, el ruido.

El ruido no es un estímulo que tenga la capacidad de destruir los tejidos de la cabeza o de la cara, y por lo tanto si el dolor se activa lo hace de forma incoherente, irracional. No es culpa del individuo, el dolor es la expresión en la conciencia de una evaluación de peligro (correcta o errónea), pero se activa de forma inconsciente.

Tal vez el “ruido” reproduzca el dolor de cabeza, pero si lo hace no es porque el ruido sea una amenaza para la integridad de los tejidos de la cabeza, sino porque el cerebro tiene catalogado erróneamente el estímulo “ruido” como amenazante para la cabeza y hace saltar la alarma (dolor) en esa zona para alertar al individuo (el “yo” consciente) del supuesto peligro y así motivarlo a ejercer conductas de protección ante la supuesta amenaza, como buscar el silencio en un cuarto a oscuras.

La buena noticia, es que eres capaz de apagar estos episodios de falsas alarmas incoherentes y martirizantes. El error en la valoración de amenaza a de ser corregido, la información errónea, alarmista y sensibilizante debe ser sustituida por el conocimiento que la neurociencia nos otorga en neurobiología del dolor. Fíjate en este estudio del año 2019:

RANDOMIZED CONTROLLED TRIAL

Effectiveness of a primary care-based group educational intervention in the management of patients with migraine: a randomized controlled trial

Dos grupos de pacientes con migraña. Un grupo control (tratamiento convencional) y un grupo de intervención (pedagogía en biología del dolor). Tras un año de seguimiento, estos fueron los resultados

La discapacidad debida a la migraña (MIDAS)

se redujo por lo menos en un 50% en el 68,2% de los pacientes del grupo de intervención pedagógica frente al 34,6% de los pacientes del grupo control.

La duración de los episodios de migraña (medida en días)

se redujo por lo menos un 50% en el 71,9% de los pacientes del grupo de intervención. Esto en el grupo control solo sucedió en el 22,4% de los pacientes.

La ingesta de medicación

se redujo por lo menos en un 50% en el 73,7% de los pacientes del grupo de intervención frente al 22,8% de los pacientes del grupo control.

La intensidad de los episodios de migraña

se redujo por lo menos en un 50% en el 73,7% de los pacientes del grupo de intervención frente al 22,8% de los pacientes del grupo control.